sábado, 17 de noviembre de 2012

La historia siempre nos recuerda que no hemos sido los únicos....

Interesante relato leí estos días sobre la huelga que ha tenido lugar el 14 de noviembre en España, Portugal, Italia,Francia,Grecia, Bruselas y otros países miembros de la UE, quejándose por los recortes sociales, económicos que estamos sufriendo constantemente por medio de la presión de los mercados y por las injustas decisiones políticas que pretenden paliar la crisis. Pero la razón de estas decisiones,desde un punto de vista del ciudadano, fomenta la ira y la desobediencia hacia el aparato ejecutivo que en su conjunto se encuentra asustado por la reacción popular ante esta situación de desprestigio de derechos fundamentales o que en su momento se creían. Cada día que pasa la legitimidad del ejecutivo va perdiendo fuerza pero va ganando la fuerza ciudadana y es que, no se debe olvidar por parte de la élite del poder que el conjunto de ciudadanos pueden romper lo lazos de unión y con ello, elegir ellos la élite. La sociedad aparenta vivir en la profunda ignorancia pero la virtud de ella es que es lo suficiente poderosa que ni la élite es capaz de frenar como para reducir a cenizas lo que quiera proponerse.
¿Qué se propone ahora la ciudadanía?  Lo que se propone es el respeto a una clase trabajadora, que a pesar de entrar en el juego que la clase dominante le propuso, no debe ser víctima de la decapitación por la mala praxis que ha hecho la clase dominante. El pueblo puede ser soberano en cualquier momento y tomará decisiones para el bien común y el interés de los mismos excluyendo de esta manera aquellos por los que se veía amenazados. Hay muchos ejemplos que poner como huelgas del pueblo en la etapa industrial y capitalista, pero no fueron las únicas en la etapa egipcia también se vivieron. Así se ha demostrado en estudios realizados en los años ochenta. Esta huelga se inicia en 1166 A.C. con la pretensión de respetar a los trabajadores que se habían comprometido a trabajar a cambio de una remuneración que no era precisamente dinero sino comida.
Les deposito partes del texto que se recogió en el Papiro de Ramsés III (conservado en Turín) y varios ostraca (conservado en el museo del Cairo).








En el Papiro de la huelga redactado por el escriba Amennajet (que pertenecía al equipo de trabajadores de la tumba de Ramsés III)[vi] se evidencia un conflicto en crecimiento, que pasa de las quejas iniciales a los reclamos más vehementes por la retención de recursos. Amennajet escribiría (como en parte citamos al principio):

“Año 29, segundo mes de la segunda estación, día 10. Este día el bando cruzó los cinco muros de la necrópolis, gritando: ‘¡Tenemos hambre!’ (...) y se sentaron a espaldas del templo” de Tutmosis III en el límite de los campos cultivados”.

Al analizar el asunto más detenidamente, vemos que una vez abandonado el lugar de trabajo los artesanos egipcios habían marchado en protesta hacia los templos. Asumir esta actitud implicaba mucho para ellos porque constituía un verdadero desafío a las autoridades. En uno de los templos se les entregaron 50 panes (obviamente insuficientes para la multitud) por lo que al día siguiente entraron por la fuerza en el templo y paralizaron las actividades del mismo,  haciendo los reclamos que registramos al principio de este artículo.

Así mismo fue necesaria la intervención de un escriba del equipo quien se dirigió al templo funerario donde se almacenaba grano exigiendo las raciones acaparadas por los sacerdotes y los intermediarios[vii] (había retensión de bienes) Los tres interventores y sus ayudantes instaron a los trabajadores a volver al recinto de la necrópolis haciendo:

“(...) grandes promesas (...): ‘Podrán venir, porque tenemos la promesa del Faraón’ les dijeron.

Pese a la promesa, los artesanos permanecieron el día entero acampados detrás del templo y solo al anochecer volvieron a la necrópolis. 

El segundo y el tercer día invadieron el recinto sagrado que rodeaba el templo funerario de Ramsés II (o Rameseum) provocando la huída de porteros, policías y contadores, que no se animaron a enfrentar a la multitud. La ocupación del Rameseum parece haber sido más eficaz que las medidas anteriores, porque provocó un cambio en la actitud de los funcionarios. Los huelguistas reclamaban, como se citó:

“(...) Hemos llegado a este lugar por causa del hambre y de la sed, por la falta de ropa, de pescado, de hortalizas. Escríbanlo al Faraón, nuestro buen señor, y escríbanlo al Visir, nuestro superior. ¡Háganlo para que podamos vivir!”

Esto llevó a que se les dieran las raciones del mes anterior. Pero obviamente no dejaron de reclamar las del mes en curso. Reunidos al día siguiente en la “fortaleza de la necrópolis” (el cuartel de soldados) obtuvieron la intervención del jefe de policía, Mentumosis, quien les hizo la promesa de ir con ellos hasta el templo de Tutmosis:

“(...) Miren, les respondo: suban a sus casas y recojan sus útiles; cierren sus puertas y traigan a sus esposas e hijos. Yo iré al frente de ustedes al templo de Tutmes y les permitiré estar allí hasta mañana”.

Las promesas abundaban, pero el problema continuaba. Los obreros acamparon en el templo funerario de Tutmosis III, en Medinet Habu, durante todo un día con su noche reclamando lo adeudado. Finalmente se les entregaron también las raciones correspondientes al mes. Enviados los salarios la situación volvió a la calma y los trabajadores se reintegraron a sus labores. Pero por poco tiempo. Quince días después volvieron a salir de los muros reclamando ante los interventores de la necrópolis:

“(...) No nos iremos. Digan a sus superiores, cuando estén con sus acompañantes, que ciertamente no hemos cruzado los muros a causa del hambre solamente, sino que tenemos que hacer una acusación importante porque ciertamente se están cometiendo crímenes en este lugar del Faraón”

Los desórdenes se reiniciaron varias veces ante las reiteradas promesas incumplidas: se declararon una segunda y una tercera huelgas, consiguiéndose finalmente en cada caso la paga anhelada. Pero los disturbios no terminaban, porque las pagas volvían a retrasarse.

En determinado momento el nombramiento de Ta ("Delegado del Equipo en el Lugar de la Verdad" y "Escriba de la Tumba") como visir del Alto y Bajo Egipto (en su cargo debía velar por la justicia en todos los dominios) produjo cierta expectativa entre los trabajadores porque era un hombre (“delegado”) salido de sus filas, estrechamente relacionado con Deir el-Medina.

Actuando de común acuerdo pararon sus actividades ante la visita del visir Ta. Esto dio esperanzas de ver solucionada la situación y de hecho permitió que los obreros consiguieron la entrega de las raciones completas que se les adeudaban, pero se les ordenó no volver a declararse en huelga, bajo pena de ser castigados en caso de desobediencia. Diríamos hoy, se declaró ilícita la huelga. Ta envió a un oficial con este mensaje para los interventores de la necrópolis:

“(...) Cuando haga falta algo, no dejaré de traérselos. Y acerca de lo que me dicen: ‘¡No te lleves nuestras raciones!’, ¡cómo!, yo soy el Visir, que da y que no quita (...) Si ocurriese que no hubiera nada en el granero mismo, les daré lo que pueda encontrar”.

 La amenaza parece haber tenido efecto momentáneamente. Pero una demora en el suministro de alimentos once días después de la visita de Ta, empujó a los trabajadores a corear su consigna: ¡tenemos hambre!; ante lo cual el alcalde de Tebas les proporcionó cincuenta sacos de trigo como adelanto de su paga:

“(...) Miren, les daré estos cincuenta sacos de grano para que vivan hasta que el Faraón les dé sus raciones”.

Pero este cierto respaldo de las autoridades no duraría mucho. Para ahondar los problemas el visir Ta se ausentaría hacia el Delta con motivo del “Festival Sed”, lo que llevó a que los pagos volvieron a atrasarse. Y más tarde Ta parece haber estado envuelto en el complot contra el envejecido faraón, Ramsés III. Si bien se desconoce el desenlace de este episodio algunos investigadores observan que a partir de ese momento comenzaron los robos en las tumbas reales y privadas, como consigna un papiro en época posterior:

“Año 16, día 22 del tercer mes de la estación de la inundación (...) Interrogatorio de los hombres que se encontró violando las tumbas del Occidente de Tebas; acusación contra los cuales había sido formulada por Pwer’o, alcalde del Occidente de Tebas y Jefe de Policía adscrito a la gran y noble tumba de millones de años del faraón (...)”.

Es posible que al no mejorar la situación general de las siguientes generaciones de trabajadores, bajo los sucesores de Ramsés III, los artesanos se decidieran a saquear las tumbas y nadie mejor que ellos para la tarea, porque las habían construido. 

BIBLIOGRAFÍA
  
          Donadoni, A. M. El Valle de los Reyes. Atlantis. 1989.
Jacq, Christian. Las máximas de Ptahhotep, el libro de la sabiduría egipcia. EDAF. 1999.
Hayes, William. The Scepter of Egipt. New York. 1978.
Parra, J. M. La primera huelga de la historia, en el Egipto de Rameses III. En: “Historia y Vida”. Julio de 1997.
Serrano Delgado, J. M. Textos para la historia antigua de Egipto. Madrid. Cátedra. 1993.
Valvelle, D. Les ouvriers de la Tombe. Deir el-Médineh à l'époque ramesside. El Cairo. Institut Français d'Archéologie Orientale. 1985.
Wilson, J. A. La cultura egipcia. México. Fondo de Cultura Económica. 1992.
Yoyote, Jean. Los tesoros de los faraones. Madrid. Destino. 1963.


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